Este domingo 12 de mayo hemos vuelto a recuperar el Corremontes en el K22 que se celebra en La Granja (Segovia).
El formato en esta ocasión consiste en un recorrido que se va encontrando en diferentes puntos y secciones con las carreras K22 y K14. Esos puntos sirve para la neutralización y reagrupamiento, así como para animar a los corredores de esas dos carreras, de tal modo que los corremontes conozcan cómo es una carrera por montaña. Este año se proponían dos recorridos, uno de 5,2 Km (245 m D+) y otro de 7,7 Km (376 m D+). Los participantes, como siempre, llegados a un punto, pueden escoger si seguír corriendo o acortar para hacer la más corta (Wikiloc).
En estos planos podemos ver el trazado del K22 (dcha.) y el del Corremontes (izq.):
Los elementos clave de un Corremontes son, entre otros: aprender a regular el ritmo para poder correr más lejos, no más rápido, y disfrutar de la naturaleza, aprendiendo a respetarla y amarla, no sólo como si fuera una cancha deportiva. Para ello, pueden escoger las distancias a recorrer y el ritmo de carrera, dentro de lo establecido por la organización y los recorridos han de ser divertidos y desafiantes (cuestas, troncos, ríos, bosque, vistas...). Con estos elementos procuramos que la experiencia sea lo más motivadora posible y logre enganchar a los participantes. Para ello, siempre van acompañados por guías que les acompañan, les regulan el ritmo, les motiva y cuidan de ellos. En esta edición 2024 del Corremontes los guías han sido maestras y maestros de Educación Física, además de otros adultos, padres y madres, redoblando su valor educativo. El CEIP Agapito Marazuela de La Granja ha promovido la participación realizando una inscripción desde el colegio que está dando buenos resultados (ya lo hicieron en la pasada Vuelta a los Jardines de La Granja).
Sin embargo, como en cualquier proceso educativo —porque Corremontes es educación en la naturaleza a través del deporte, no es competición—, se producen conflictos, tensiones y reajustes, especialmente porque socialmente aún nos cuesta casar un modelo no competitivo con la idea de la promoción deportiva. Por un lado, encontramos quienes quieren correr deprisa, medirse con los demás, demostrar que son mejores, por lo que no entienden que haya que parar, que haya que esperar a los demás, que lleguemos todos juntos a meta. Por el otro están quienes les cuestan las cuestas, que no están habituados a correr, y menos por montaña. En Corremontes hay que procurar que ambos colectivos convivan y disfruten. El primer recurso está en los grupos por ritmos de carrera, el segundo en recorrer diferentes distancias, incluso creando bucles que amortigüen las diferencias. En esta edición, las mayores tensiones se han producido entre el primer grupo, el que quería correr más deprisa y no esperar. Se impacientaban en las paradas de neutralización, que aprovechábamos para animar los participantes de las dos carreras competitivas.
Probablemente no entendían que tenían la sensación de poder correr más deprisa, sin esperar al resto, porque precisamente habían seguido un ritmo más regular y habían ido descansando. Recorrer los 7,7 Km con 376 m de desnivel positivo seguidos, a toda la velocidad que pretendían llevar, habría provocado que muchos lo pasaran mal, que claudicaran y el grupo se fraccionase. ¿Es eso lo que se pretende perseguir con una carrera infantil de promoción del trail? Seguramente las críticas serían: "era demasiado exigente". ¿Compensa la visión competitiva sólo para que se midan y ver si algunos pocos son grandes corredores, a costa de que otros tantos aborrezcan correr? Un padre de una corredora le dijo a la maestra que guiaba esta carrera que esto no es carrera por montaña, que así les estábamos "ablandando". Treinta y ocho críos de entre 6 y 17 años decidieron no acortar por el recorrido de 5,2 Km y seguir hasta el final, aunque a algunos les costaba bastante. Había muchas adolescentes que iban disfrutando, aunque no fueran corredoras habituales ni persiguieran una buena clasificación. ¿Es esto "ablandarles"? ¿Puede conseguir el modelo competitivo esto mismo? ¿Son preferibles esas carreras cortas, casi urbanas, que se suelen hacer coincidiendo con las carreras de mayores? Corremontes no persigue ver quién es más rápido, sino que pretende que todos los participantes digan: "¡quiero seguir, no me conformo!, y terminen con buenas sensaciones.
En esta edición, quienes terminaron con peores sensaciones fueron los críos que querían correr más deprisa y no esperar y los padres que querían que sus hijos corrieran más deprisa y no les dejaban seguir su ritmo. Imagino que Corremontes tiene aún mucha labor por delante. Los planteamientos que van en sentido diferente a lo habitual siempre cuesta. Llevamos desde 2011 apostando por este modelo.
Os dejamos unas fotos que nos ha pasado José María Jiménez Otones (https://explorandorincones.es/) que muestran cómo fue esta carrera y el valor educativo que tiene este modelo, aunque algunas personas no lo terminen de ver.
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Explicaciones previas a la salida, para entender cómo es una Corremontes y organizarnos bien. |
Preparados para salir, a la voz de nuestro indispensable speaker, Luis Cuesta.
Y, ¡allá van!
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Primera parada de neutralización para animar y desviar a los corredores de los recorridos K22 y K14.
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Segunda parada de neutralización y avituallamiento en la fuente del Último Pino. |
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Estas paradas también sirven para descubrir la naturaleza que difícilmente habríamos visto en una competición. |
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Corren juntos chicos y chicas, mayores y pequeños. No hay categorías. |
En un cruce, a los 2,6 Km, habiendo ascendido ya 240m, hay que decidir quién quiere hacer los 5,2 Km (245m D+) y quién quiere hacer los 7,7 Km (376m D+). Todos quieren hacer la larga. ¿Por qué será? ;-)
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Se generan situaciones de colaboración que difícilmente se dan si fuera competitiva. |
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Última parada de neutralización antes de llegar a meta. |
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Para así llegar todos juntos. |
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Finalmente, reciben la merecida medalla finisher, que no sólo simboliza haber terminado un recorrido tan exigente, sino también hacerlo en equipo, un valor que no está reñido con un deporte individual, menos aún en la montaña, donde todos dependemos los unos de los otros. No es un trofeo, sino un reconocimiento. Hay quien piensa que una medalla, si es para todos los que han participado, no es bien merecida. Está claro que quienes piensan así nunca han corrido con los corremontes. No corren para ganarla, corren por el puro placer de hacerlo. |
¿Qué pensarían quienes no querían esperar al resto, si se lesionaran o se encontraran mal, y el resto pasara de esperarles? Los valores de colaboración y de convivencia se están perdiendo por los valores modernos de individualismo y rivalidad. Una alternativa de deporte no competitivo puede ayudar a recuperar la esencia del montañismo, aunque vayamos caminando en vez de corriendo.
Y al margen de todo esto, también muchos que comenzaron siendo corremontes, ahora que se han hecho mayores corren como galgos en la competición.
Gracias a los maestros Laura, Álvaro y Borja, y al resto de voluntarios que han corrido con estos corremontes y han mantenido viva esa filosofía.